Desde Rosario (Argentina), por DIEGO HERNÁN CECCHINI.
Año 2003. Tras su brillante paso por el campeonato mundial de básquet del 2002, incluyendo la histórica victoria sobre el “Dream Team” formado por jugadores de la poderosa NBA de EEUU, Emanuel “Manu” Ginóbili fue fichado, incorporado, a la plantilla de San Antonio Spurs.
Recuerdo su primer partido, contra los campeones vigentes de entonces, Los Angeles Lakers, cuyas figuras más destacadas era Kobe Bryant y el gigante Shaquille O’Neal. Las imágenes brotan difusas en mis recuerdos. Intentaré relatar dos de ellas, sin la certidumbre de que
pertenezcan a ese partido o a otro. Shaquille avanza como una tromba, balón en mano, hacia el área pintada para convertir, sin importarle quien se
interpone en el camino de su enorme masa muscular. Pero algo se interpone. Un flaquito narigón, firme sobre sus pies, con los brazos tensos, con la tranquila mirada puesta en los ojos de su ocasional adversario, sin miedo, con el pecho expandido por la intensa respiración, lo espera.
El choque termina con “Manu” desparramado por el piso, y la jugada interrumpida por “falta en ataque”, generada por la postura frontal, valiente, de “Manu”.
Valiente y frontal. No huyò, ni puso su cuerpo de costado para generar la caída del oponente. Resistiò de frente y a pie firme. Tampoco se levantó e insultó o agredió, a lo “macho”, al jugador del otro equipo. Se levantó y siguió jugando.
En una jugada posterior, saltó y clavó un doble en la cara, “in his face”, del gigantón Shaq.
Qué es ser un hombre?
Ser un hombre es plantarse frente a cada una de las circunstancias de la vida. Sereno, firme, con coraje, con pasión, dejando el cuerpo, cayendo y levantándose una y otra vez.
Con la palabra como instrumento, con suavidad y firmeza. Sin miedo a pelear cuando sea necesario, como último recurso, nunca primero.
Levantarse y volver al juego, una y otra vez. Con la mente en paz, y el corazón lleno de amor.
Plantarse como padres y como hombres.
Plantarse como padres es no aceptar el mero rol de proveedor o auxiliar invisible. Reclamar nuestro espacio, en la casa, en la escuela, en todo espacio social. En pareja o separados. Ejerciendo la función paterna en plenitud, ayudando a nuestros hijos y a sus madres a cortar el cordón
psicológico que los une, permitiendo que los niños crezcan y maduren, y las madres se desarrollen como individuos.
Una mujer puede por sí sola criar varios “machos”. Una maestra puede educar en el machismo a cientos o miles de
niños. Solo un Hombre puede guiar a un niño por el camino que lo llevará a convertirse en otro Hombre.
A ser como “Manu” en en rectángulo de juego. A vivir la vida con pasión, intensidad, sin miedo. A resistir los golpes con entereza, levantarse y volver al juego. A no abandonar a los hijos. A luchar por sus derechos contra toda violencia, sea individual o institucional Con la palabra como instrumento.
Me llevó muchos años, y mucho dolor, lograr expresar mis sentimientos y mis deseos a través de la palabra, superar inhibiciones y frenos.
Compensé mis limitaciones con un esfuerzo supremo, a veces casi heroico, para enfrentar a tránsfugas, funcionarios ineptos, y extremistas ideológicos. Me derribaron una y otra vez, y una y otra vez me levanté. Valoro y guardo en mi memoria con orgullo mis tiempos de resistencia, de lucha. Es parte de mì, y es una experiencia de la que aprendí mucho, y no tengo nada de que arrepentirme.
Pero ser hombre es madurar y crecer.
Y aprendí que la palabra, expresada oportunamente, sin estridencias, con delicada intensidad, no solo previene conflictos, sino que nos define como personas. Firmeza, compromiso, coraje. Levantarse una y otra vez. Plantarse con firmeza ante la adversidad, y levantarse una y otra vez de las caídas. Ser padre y hombre en todo y ante todo, imponiendo el espíritu sobre el medio y el ambiente.Desde Rosario (Argentina), por DIEGO HERNÁN CECCHINI.
Año 2003. Tras su brillante paso por el campeonato mundial de básquet del 2002, incluyendo la histórica victoria sobre el “Dream Team” formado por jugadores de
la poderosa NBA de EEUU, Emanuel “Manu” Ginóbili fue fichado, incorporado, a la plantilla de San Antonio Spurs.
Recuerdo su primer partido, contra los campeones vigentes de entonces, Los Angeles Lakers, cuyas figuras más destacadas era Kobe Bryant y el gigante Shaquille O’Neal.
Las imágenes brotan difusas en mis recuerdos.
Intentaré relatar dos de ellas, sin la certidumbre de que
pertenezcan a ese partido o a otro.
Shaquille avanza como una tromba, balón en mano, hacia
el área pintada para convertir, sin importarle quien se
interpone en el camino de su enorme masa muscular. Pero algo
se interpone. Un flaquito narigón, firme sobre sus pies,
con los brazos tensos, con la tranquila mirada puesta en los
ojos de su ocasional adversario, sin miedo, con el pecho
expandido por la intensa respiración, lo espera.
El choque termina con “Manu” desparramado por el
piso, y la jugada interrumpida por “falta en ataque”,
generada por la postura frontal, valiente, de “Manu”.
Valiente y frontal. No huyò, ni puso su cuerpo de
costado para generar la caída del oponente. Resistiò de
frente y a pie firme. Tampoco se levantó e insultó o
agredió, a lo “macho”, al jugador del otro equipo.
Se levantó y siguió jugando.
En una jugada posterior, saltó y clavó un doble en la
cara, “in his face”, del gigantón Shaq.
Qué es ser un hombre?
Ser un hombre es plantarse frente a cada una de las
circunstancias de la vida. Sereno, firme, con coraje, con
pasión, dejando el cuerpo, cayendo y levantándose una y
otra vez.
Con la palabra como instrumento, con suavidad y
firmeza. Sin miedo a pelear cuando sea necesario, como
último recurso, nunca primero.
Levantarse y volver al juego, una y otra vez. Con la
mente en paz, y el corazón lleno de amor.
Plantarse como padres y como hombres.
Plantarse como padres es no aceptar el mero rol de
proveedor o auxiliar invisible. Reclamar nuestro espacio, en
la casa, en la escuela, en todo espacio social. En pareja o
separados. Ejerciendo la función paterna en plenitud,
ayudando a nuestros hijos y a sus madres a cortar el cordón
psicológico que los une, permitiendo que los niños crezcan
y maduren, y las madres se desarrollen como individuos.
Una mujer puede por sí sola criar varios “machos”.
Una maestra puede educar en el machismo a cientos o miles de
niños.
Solo un Hombre puede guiar a un niño por el camino que
lo llevará a convertirse en otro Hombre.
A ser como “Manu” en en rectángulo de juego.
A vivir la vida con pasión, intensidad, sin miedo. A
resistir los golpes con entereza, levantarse y volver al
juego.
A no abandonar a los hijos. A luchar por sus derechos
contra toda violencia, sea individual o institucional
Con la palabra como instrumento.
Me llevó muchos años, y mucho dolor, lograr expresar
mis sentimientos y mis deseos a través de la palabra,
superar inhibiciones y frenos.
Compensé mis limitaciones con un esfuerzo supremo, a
veces casi heroico, para enfrentar a tránsfugas,
funcionarios ineptos, y extremistas ideológicos. Me
derribaron una y otra vez, y una y otra vez me levanté.
Valoro y guardo en mi memoria con orgullo mis tiempos
de resistencia, de lucha. Es parte de mì, y es una
experiencia de la que aprendí mucho, y no tengo nada de que
arrepentirme.
Pero ser hombre es madurar y crecer.
Y aprendí que la palabra, expresada oportunamente, sin
estridencias, con delicada intensidad, no solo previene
conflictos, sino que nos define como personas.
Firmeza, compromiso, coraje. Levantarse una y otra vez.
Plantarse con firmeza ante la adversidad, y levantarse una y
otra vez de las caídas.
Ser padre y hombre en todo y ante todo, imponiendo el
espíritu sobre el medio y el ambiente.